Día posterior a la botadura. Tenemos buen tiempo y el mar esta en calma. ¿A donde podemos ir?. Vamos a salir a mar abierto. Haber si alcanzamos la isla de
Izaro.
No hay prisa. Tenemos todo un
día por delante.

La distancia a recorrer es de unas dos millas. Nunca antes
habíamos remado una distancia tan grande. En menos de una hora y sin apenas esfuerzo alcanzamos la isla. Las olas rompen contra las rocas y no queremos aproximarnos demasiado. Nos han comentado que hay un punto en el que
podríamos desembarcar pero no queremos arriesgarnos.

¿Y ahora que?. A la derecha tenemos
Laga y a nuestra izquierda el puerto de
Bermeo. Observamos que la corriente nos desplaza lentamente hacia
Bermeo así que este sera nuestro nuevo destino.
Entramos en el puerto. En la punta del muro del dique aun se pueden observar los destrozos ocasionados por los fuertes temporales del invierno. Llegamos hasta la rampa y sacamos la
embarcación del agua. Aun son las doce. Podemos llamar a las chicas, que vengan a pasar el
día con nosotros.

Biteri se une a nosotros en el viaje de vuelta. Tenemos que remar unas tres millas hasta Sukarrieta. La marea esta subiendo y las olas rompen contra Laida, desde la distancia observamos la espuma. En lugar de entrar por la ría apuntamos directamente a la barra. Nuestra embarcación pasa entre varios surfistas que atónitos contemplan como, subidos a una ola de mas de un metro, planea hasta encallar en la arena. Descendemos, levantamos la embarcación y recorremos los veinte metros que nos separan de nuevo del agua. Cogemos nuevamente los remos y finalizamos el recorrido. Aun puedo recordar las caras de asombro de los surfistas.

Tras la emocionante experiencia
Tramana descansa recostada en
Txatxarramendi.
Dandole caña hemos recorrido las tres millas en menos de media hora. En todo el
día hemos bogado mas de diez
kilómetros.

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